Al menos una vez cada fin de semana, alguno de mis hijos —los cuales tienen 8 y 11 años— viene hacia mí arrastrando los pies y gimiendo: “Estoy aburriiiiidooooo. No hay nada qué hacer”. Cuando les recuerdo todo lo que podrían hacer (leer un libro, desarrollar algún proyecto artístico, tocar el piano), me fulminan con la mirada como si acabara de pedirles que hicieran 150 lagartijas y luego se van caminando con los hombros caídos.
Desde luego, esto no solo le ocurre a los niños. Durante los confinamientos por la pandemia que parecían no terminar nunca, muchos adultos estadounidenses dijeron sentirse aburridos. Es posible que el aburrimiento también esté contribuyendo a la falta de compromiso que muchos estadounidenses sienten en el trabajo hoy en día. Algunas investigaciones sugieren que, en fechas recientes, los adolescentes también se han sentido más aburridos que antes.
El aburrimiento no es nada bueno, pero puede ser una fuente de información útil. “Surge cuando hacemos cosas que no nos parecen ni interesantes ni satisfactorias y nos lleva a querer hacer otra cosa”, señaló Andreas Elpidorou, un filósofo de la Universidad de Louisville que estudia las emociones y la concientización.
Las investigaciones revelan que el aburrimiento puede surgir por muchas razones y que saber cuál es su origen puede ayudarnos a tomar mejores decisiones sobre la manera en que invertimos nuestro tiempo o, al menos, para replantear nuestras actividades de tal modo que sean más gratificantes. Aquí enumeramos algunas recomendaciones para que la ciencia del aburrimiento funcione para ti.
Entiende la causa
Erin Westgate, una investigadora de la Universidad de Florida, ha pasado años investigando diversos detonantes del aburrimiento y descubrió que este aparece en unas cuantas situaciones.
En primer lugar, podemos sentirnos aburridos cuando estamos en una situación en la que no somos capaces de prestar atención porque la actividad que estamos realizando es demasiado fácil o demasiado difícil. “Para que podamos poner nuestra atención en algo y mantenerla, es necesario que exista un equilibrio entre las exigencias cognitivas y los recursos cognitivos”, explicó Westgate. En otras palabras, las exigencias de la actividad tienen que coincidir con lo que nuestro cerebro pueda aportar.
Es común que cuando lo que estamos haciendo nos parece demasiado fácil, no logremos concentrarnos y esta falta de atención origine aburrimiento. Es posible que esto suceda cuando tu hijo hace que juegues con él una vez más algún juego de mesa, o “cuando estás en una reunión donde tu jefe habla del mismo tema por enésima vez y tú simplemente te desconectas”, señaló Karen Gasper, una psicóloga de la Universidad Estatal de Pensilvania que estudia la manera en que los sentimientos influyen en la vida de las personas.
También podemos sentir aburrimiento cuando lo que estamos haciendo nos parece difícil y abrumador; por ejemplo, cuando tenemos que redactar un memorando del trabajo y no sabemos por dónde empezar. De igual manera, es posible que nos aburramos “cuando estamos viendo una película que tiene una trama muy complicada y simplemente nos perdemos”, comentó Gasper.
simismo, tal vez nos sintamos aburridos cuando no creemos que alguna actividad tenga mucho sentido. Es común que cuando las actividades no coinciden con nuestros objetivos o valores nos hagan sentir aburridos y frustrados.
Y luego, por supuesto, están las situaciones en las que no estás haciendo nada y te sientes apático y aburrido, algo que a veces les pasa a mis hijos (¡y a mí!) cuando tenemos tiempo libre. Westgate dijo que sospecha que esto sucede porque en esos momentos no tenemos una meta en la cabeza y eso nos hace sentir perdidos e incómodos.
Si sientes desinterés, Westgate recomendó repasar las causas que explicarían qué es lo que incita tu aburrimiento. ¿Lo que estás haciendo es muy difícil o muy fácil? ¿Te parece que es un sinsentido? ¿No sabes qué hacer contigo mismo? En su experiencia, dijo, la gente es capaz de determinar con facilidad cuál de estos factores es la causa del problema.
Modifica una tarea fácil o difícil
A continuación, haz algo para resolver el problema. Esto dependerá de la situación y de la flexibilidad a tu disposición. La mejor solución cuando estás aburrido es dejar de hacer lo que estás haciendo y hacer otra cosa. Pero la escuela, el trabajo y el cuidado de los demás a menudo requieren que hagamos tareas aburridas repetidamente. Para empeorar la situación, cuando sentimos que no podemos controlar nuestras acciones la falta de autonomía puede empeorar el aburrimiento, dijo Westgate. Un estudio clásico encontró que la gente que escuchaba clases aburridas de manera obligatoria sentía que el tiempo avanzaba más lentamente que quienes habían elegido escucharlas.
Si la tarea que estás realizando parece demasiado sencilla, siempre que tengas la opción, intenta algo nuevo o estimulante, recomendó Gasper. Quizás estás comenzando a aburrirte con tus caminatas diarias y debas considerar hacer senderismo o escalar montañas. Si no tienes otra opción más que seguir realizando esa misma actividad, piensa en diversas maneras de añadirle complejidad. Elpidorou mencionó que una vez entrevistó a un empleado de UPS cuyo trabajo era estar descargando y escaneando cajas todo el día, pero comentó que nunca se aburría porque él y sus compañeros tenían algunos juegos que hacían que el trabajo fuera más complejo. Westgate añadió que también es útil poner música, puesto que escucharla “absorbe los recursos de atención adicionales con los que cuentas, de tal modo que, paradójicamente, puedes concentrarte mejor en esa actividad tan poco estimulante que estás realizando”.
Westgate recomendó que si estás aburrido porque lo que estás haciendo es demasiado difícil, es bueno dividir la tarea en partes más pequeñas con el fin de que la tarea se sienta más manejable. Plantéate el objetivo de redactar solo una sección de ese memorando del trabajo antes de irte a comer.
Observa el panorama completo
Cuando una tarea no te resulta interesante porque no crees que valga la pena, tal vez sea útil considerar cuál es su beneficio, es decir, de qué modo podría ayudarte a lograr objetivos más importantes, explicó Westgate. Por ejemplo, si a tu hija no le gustan las matemáticas, invítala a que piense de qué modo las matemáticas podrían ser provechosas para lo que le interesa en el futuro: ¿podrían mejorar su desempeño en el puesto de trabajo con el que sueña? Las investigaciones han revelado que este tipo de planteamiento ayuda a que los estudiantes se mantengan comprometidos y a que les vaya mejor en la escuela.
Extraido de https://www.nytimes.com/