Chau, depresión; hola, ansiedad
La década de 1990 fue oscura y depresiva. Fue la era del grunge, de películas como Generación X, El club de la pelea, Las vírgenes suicidas, Inocencia interrumpida, del libro Prozac Nation. La segunda década del siglo XXI es ansiosa. En una nota de The New York Times publicada en junio, el periodista eligió el título Prozac Nation is now the United States of Xanax, en alusión a los medicamentos que se consumen en los distintos casos. También es una guiñada a los que leyeron el libro o vieron la serie United States of Tara (protagonizada por Toni Collette en el papel de una mujer con desorden de personalidad múltiple). Y, al final, es la manera de decir que los años depresivos nos abandonaron hace rato y ahora estamos inmersos en este éter del ansia. El texto da cuenta de todos los productos culturales que aparecieron en los últimos tiempos vinculados a la ansiedad. En el mundo editorial, por ejemplo, las memorias de ansiosos casi que son consideradas un subgénero. Uno de los títulos taquilleros es My Age of Anxiety, escrito por el editor de la revista The Atlantic, Scott Stossel. En una nota publicada en The Guardian sobre qué tienen en común los 21 novelistas norteamericanos (entre ellos Emma Cline, Lauren Groff) que eligió Granta –la revista de culto editada en el Reino Unido– en 2017, la respuesta es, claro, la ansiedad.
En el universo de lo audiovisual las series se han alimentado con frecuencia de estos trastornos. Girls y Master of None –a la cabeza en las producciones para ansiosos– retratan a estos jóvenes neoyorquinos ultradependientes de lo que sucede en las pantallas. Lena Dunham, creadora y protagonista de Girls dijo hace poco lo siguiente: «No recuerdo un momento en el que no me haya sentido ansiosa». La frase se repite casi que de manera copio y pego en hombres y mujeres de las generaciones más jóvenes. De hecho, según un estudio del Instituto de Salud Mental de Estados Unidos, este tipo de desorden se manifiesta de manera cada vez más temprana. En estudiantes liceales de 13 a 17 años se descubrió que 38% de las mujeres y 26% de los hombres sufren un desorden en este aspecto.
El trastorno: miedo al miedo
Puede empezar por el peso tortuoso en el medio del pecho, seguir por el frío que corre desde la punta de los pies, recorre la espalda y se instala en la nuca, avanzar por un cosquilleo en las manos y explotar en un corazón que parece que galopa dentro del cuerpo. En el medio: los pensamientos fatalistas que acechan como una manada de lobos enjaulados, los músculos que se tensan, la respiración que se agita, la concentración que es casi imposible. Conciliar el sueño: una utopía. La batalla mental es, tal vez, lo más intenso de todo. La preocupación, el miedo –el tan famoso pánico– que no da tregua.
A veces la angustia parte de problemas reales. A veces no. La ansiedad forma parte de la vida moderna, pero también puede ser un desorden con un diagnóstico médico.
A principios de este año Sarah Fader –37 años, consultora en medios sociales, residente en Brooklyn, con trastorno de ansiedad generalizado– escribió un tuit y usó un hashtag. La frase This Is What Anxiety Feels Like (así se siente tener ansiedad) pasó a funcionar como un mantra para los ansiosos que, obviamente, están en Twitter, la red social número uno del ansioso tipo. El hashtag sigue en funcionamiento y es casi una red virtual entre personas que tienen algún trastorno o desorden y también entre las que están inmersas en la vorágine del siglo XXI.
Entrevista a Sandra Romano, directora de la Clínica Psiquiátrica de la Facultad de Medicina
¿Cuál es la diferencia entre ser ansioso y tener un trastorno de ansiedad?
La sensación de incomodidad, inquietud, temor, que puede venir de situaciones existenciales que generan molestia no necesariamente es un problema. Son reacciones frente a una situación de mucha tensión. De todas maneras hay que atenderla porque hay algo que no está bien. No es necesaria una consulta. Lo que sí es importante es la revisión. Y preguntarse: ¿a qué situaciones de estrés me estoy exponiendo?, ¿cuántos momentos de esparcimiento tengo? ¿estoy haciendo ejercicio?, ¿estoy llevando una vida saludable en cuanto a horas de sueño y alimentación?
¿Cuál debe ser la señal de alerta frente al trastorno?
Cuando este tipo de vivencias pasan a ser invalidantes para llevar adelante ciertas actividades y pasan a generar una dificultad en la vida cotidiana. Uno tiende a interpretar la incomodidad como un síntoma de un trastorno y no necesariamente lo es. A veces es solo una alarma que tiene que ver con el ritmo de vida, la hiperexigencia, situaciones de estrés, los hábitos de vida poco saludables. Hay que saber diferenciarlos bien.
¿Cuánto influye en los estados de ansiedad la vida moderna y la incapacidad para desconectar?
Es interesante cuando uno cambia la manera de pensar. En lugar de decir «Esto que me pasa es ajeno a mí y no puedo hacer nada al respecto», hay que pensar «Yo puedo hacer algo para modificarlo». Se pueden cambiar algunos horarios, hábitos de vida (hacer más ejercicio, tener un sueño adecuado). La clave es elegir modificar la manera en que se vive en estos días.
En el caso de que la persona no pueda resolverlo sola y elija ir a una consulta especializada, ¿el tratamiento inicial siempre es con benzodiazepinas?
No siempre. La estrategia no es solo farmacológica, también es psicoterapéutica. No hay que pensar que la solución a la ansiedad es la medicación con benzodiazepinas. Si se recetan es para usarlas en el corto plazo. Aun cuando se necesitan psicofármacos puede que no sean esos los que se usen. Y además hay muchas estrategias que no implican el uso de psicofármacos. Lo primero es sacar esa idea de: «Estoy ansioso, tengo que tomar un tranquilizante»
40
millones de personas sufren de un desorden de ansiedad en Estados Unidos, según la Asociación de Ansiedad y Depresión.
Uruguay
Aunque no hay datos cuantitativos del aumento de los trastornos de ansiedad en la población nacional, el estudio realizado por el Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina y publicado en 2015 indica que el consumo de benzodiazepinas (psicofármaco prescrito para la ansiedad) es elevado y es el que se indica con mayor frecuencia luego del grupo de medicamentos cardiovasculares.
27%
de la población estudiada en la VI Encuesta Nacional de Drogas consumió alguna vez en su vida un tranquilizante. El número es mayor a la encuesta anterior, en el que era solo de 20,6%.


